Los sábados voy al súper a las siete de la mañana. A esa hora no hay nadie salvo la gente que trabaja en la tienda. Acomodan las frutas y las verduras. Algunos anaqueles están aún vacíos. El estacionamiento estaba vacío también. Al subir las escaleras me acordé de una película en donde uno de los personajes dice que quiere irse a vivir a una montaña y poner un letrero que diga “stay away”.
Disfruto mucho la compañía de algunas personas, pero también disfruto mucho la soledad. Las ciudades vacías.