Todo se asoma. La planta. Las sillas. La cama. Una almohada. Los libros que recojo en las esquinas de esta ciudad fría. Las cobijas que se pelean con el calor de los cuerpos.
Todo. La luz. La mañana. La quietud. También la noche. La lluvia. Todo se asoma. Salvo la música.
La música no se asoma. Invade, vigila. Acompaña. Está. Aquí, la música, en todas partes, en las habitaciones, en todas, en todo.