Un puente sigue ahí

Durante algunos años, mi hermano Abraham y yo hacíamos música todos los días. Hacíamos covers y también intentábamos componer nuestras propias canciones. Sobre todo improvisábamos. Todos los días, él a la batería y yo a la guitarra, al bajo y a la voz.

Fuimos construyendo un lenguaje, tocar era como platicar, usábamos notas y ritmos en lugar de palabras. He encontrado también esa forma de comunicarme y conectarme en la improvisación con otros músicos, pero nunca tan fuerte como con Abraham.

Hace poco vino a Sydney. Yo tocaba con mi banda en un pub y en la última canción lo invitamos a que él tocara la batería. A pesar de no haber tocado juntos quizá desde hace diez años, ese momento fue mágico, como siempre. Me dio gusto saber que ese puente que construimos sigue ahí. Ojalá pronto volvamos a coincidir.